domingo, 28 de octubre de 2007

Un verso por cada lágrima que volqué a causa de aquellas palabras
una palabra para cada recuerdo que me devuelve al pasado
un recuerdo por cada tontería que vivimos juntos
una tontería por cada momento que desperdiciamos


no conozco la razón, que va
y sin embargo pienso con agrado en las canciones que cantamos
los bailes que bailamos
los juegos a los que no jugamos


un abrazo en un momento de euforia
un beso vacío de contenido
una novela con final aún por escribir
una estrofa escrita sin sentido


quietud ante una tarde de lluvia
locura de un viernes chistoso
atrevimiento de una noche en vela
...absurdo ruido silencioso

ella

La vi sentada, con la cabeza baja y la respiración entrecortada.


En sus manos, un pañuelo desgastado del que se bastaba para refugiarse de sus recuerdos.


En su mente, una imagen pasada que no podía olvidar.

Lágrimas, suspiros y manos temblorosas. Inquieta, y a la par sollozando por dentro. Sentada sobre el asfalto, con los ojos rojos de tanto lamento, se apoyaba sobre una columna de piedra. Cuando intuyó que me encontraba cerca de ella agachó aún más la cabeza, tratando de justificarse; ruborizada. Le invité a un abrazo y compañía. Se mostraba reticente, pero al final logré acercarme a ella un poco más.


Estuvimos hablando durante horas, finalmente logré hacerle sonreír. Su mente no se hallaba por completo conmigo, yo lo sabía, ella también, pero ninguna de las dos quiso importunar haciendo cualquier comentario al respecto.



En el fondo, ella simplemente necesitaba alguien que le acompañase aquella tarde de lágrimas y reflexiones. A veces también vuelve a mi ese entresijo de nostalgia y abatimiento. Es más, cuando entonces nos despedimos y ella se dió la vuelta, no pude evitar llorar un poquito sin darme cuenta, como si esas falsas lágrimas quisieran parte de mención en la historia que acabo de recordar.