domingo, 2 de diciembre de 2007

insomnio

Ante la oscuridad se paró a pensar, estaba cansado de buscar y no encontrar, hallarse perdido y no acertar.
Indagaba en la sociedad que tanto odiaba para no permanecer en soledad.
Ansiaba el contacto con las personas, que tanta confusión y detrimento le habían proporcionado.
Sus manías le hacían cada vez más reflexivo, abstraído en mil teoremas, muchos de los cuáles aún permanecían sin respuesta. Política, utopías, relaciones, anécdotas… todo ello envuelto en un lienzo pintado a base de pasado y presente. Donde principalmente resaltaban los detalles cincelados a causa de la inquietud y el desasosiego.
Noches en vela.
Meditabundo, abstraído por el aroma del éxito fracasado que no lograba olvidar.
Por un momento percibió un destello, pensó que quizás esa sería la solución.
No lo era.
Así que volvió a recogerse en su rincón para no tener que dar explicaciones ni ser perturbado por impertinentes preguntas que no le resolvían nada.
Una vez más cogió su anticuado monóculo y en silencio se paró a observar.
Hizo acopio de sentimientos opuestos… y ganas de llorar.
No obstante no perdía la ilusión, pensaba que si se esforzaba un poco más, algún día estaría en su mano el poder ver esa estrella que hacía tiempo buscaba, y que sólo había conseguido percibir débilmente en sus sueños.

Cuando el día llega a tener 28 horas, la carencia de sueño amortigua las ganas de mantenerte activo, y aún más soportar compañía. Pero la soledad te asusta. Piensas en mil soluciones que intentas llevar a cabo, pero por suerte o por desgracia, no funcionan.

Otra noche más en vela, pero al fin encontró su anhelada estrella, eso sí, tuvo que recurrir a la odiosa tarea de pedir ayuda... (no había cosa que más aborreciese)